jueves, 23 de febrero de 2012

Los Caminos del Títere ( terapia con títeres)


Los Caminos del Títere 
 Prof. Silvia de Castro, Prof. Nora González  

Arte, Educación, Salud
Transitemos el tercer camino
El diagnóstico de "retardo mental" sea leve, moderado o severo es un estigma para quien lo porta.
Una condena a "no poder" insertarse dentro de lo establecido en el orden social.
Cuando se habla de patologías, lo que se visualiza son aptitudes que se repiten en algunos sujetos, a los que se les agrupa según su padecimiento.
La carencia de alguna herramienta provista por la Naturaleza no debe impedir su inserción al mundo al cual pertenece.
Apostamos a la transformación de un destino, partiendo de que sólo quien logra vincularse con el otro, obtiene en ese intercambio lo que podríamos denominar " la llave de la vida".
Es la que habilita a transformar un diagnóstico, que muchas veces obtura y encadena, ante una sociedad competitiva, cuyos valores aparentemente se restringen al éxito personal y a la imagen de un cuerpo perfecto.
Vincularse con el otro implica estar presente en el campo del amor, amor que habilita a la vida. Vida que brinda distintos ámbitos en los cuales implicarse social, cultural y económicamente, tener una familia y un grupo de pertenencia.
Las actividades con los títeres, favorecen el pensamiento simbólico, lográndose alcanzar procesos metafóricos cerebrales, permiten a los niños con capacidades especiales (síndrome de Down, componentes autistas, retrasos cerebrales etc.) apropiarse de una herramienta facilitadora de lenguaje.
Se puede restablecer un vínculo como primer eslabón de una cadena, que tendrá los eslabones necesarios para permitir en cada caso que la transformación sea posible.
Fundamentación teórica
Hay pocas razones para dudar de que un medio ambiente poco propicio demora la adquisición de estructuras lógicas, y hay motivos para suponer que estos procedimientos enriquecedores programados cuidadosamente podrían, dentro de límites, acelerar el índice de desarrollo intelectual en niños con retrasos.
Según Peter Wolff pueden existir sendas alternativas hacia el establecimiento de estructuras lógicas.
Es probable que niños distintos lleguen a las mismas estructuras por caminos diferentes según su patología y su mundo cultural.
Las actividades con los títeres no son de índoles puramente plástica, ya que las representaciones teatrales ocupan un lugar muy importante.
Al colocar al objeto a través del movimiento y las palabras en una perspectiva dramática, el juego con los títeres se convierte en un momento indispensable de la experiencia artística integral y terapéutica.
Durante el proceso de construcción, sobre todo si el sujeto no tiene experiencia con la técnica, la imagen del "yo" se borra. El resultado de la acción es tan extraña que su apropiación por el "yo" se hace lentamente y a veces a disgusto. Y ocurrirá solamente a través del rol, que adoptará al personaje como un significante de sí mismo.
El niño habla por la boca figurada del títere, que ocupa en la ficción el lugar del inconsciente.
El mismo dispositivo de la técnica de los títeres favorece la metáfora.
El trabajo con los títeres integra en el campo maduracional un área que es la más deficiente: la estética.
Cuando la estética crece, el pensamiento simbólico crece.
Las cosas, a diferencia de las personas, tienen una estabilidad e inmanencia que permiten crear con ellas relaciones libres des compromisos personales.
Estas características adquieren un particular valor cuando se trata de niños con componentes autistas.
La elaboración teórica del fenómeno comunicacional logrado por el títere, sentó las bases para creer que éste posee alguna cualidad esencial que permite superar barreras y llegar al"yo".
Se obtiene un esquema compuesto por un círculo central el "yo", y otro a cierta distancia que lo envuelve el " sí mismo psicológico".
Este SMP es como una cápsula que los aísla del entorno.
El rostro humano se presenta como causante muchas veces del bloqueo comunicacional. El títere se considera terapéuticamente como objeto intermediario.
La existencia real y concreta, más que las relaciones posteriores que se puedan generar, es la cualidad básica para considerar as una cosa, objeto intermediario.
No todas las cosas pueden ser utilizadas como OI , pues deben cumplir ciertos requisitos entre los cuales la "inocuidad" es esencial.
El OI es un transmisor de mensajes comunicacionales y facilita la respuesta del paciente. La información transmitida comprende tanto lo fisiológico como lo social.
El OI cumple su finalidad cuando logra transmitir toda la información necesaria a pesar de los bloqueos existentes en el receptor.
Los roles jugados, en estos casos no son tenidos en cuenta, la finalidad es procurar restablecer la comunicación interrumpida.
De acuerdo a estudios realizados en el Htal. José T. Borda en la comunicación intraespecie se intercambian un número de estímulos comunicacionales que son decodificados por los miembros involucrados.
El número de mensajes intercambiados en condiciones normales es de cien y son emitidos por diversas partes del cuerpo.
El mayor porcentaje corresponde al rostro (70%). Esto quiere decir que el otro debe decodificar la mayor cantidad de estos mensajes para comprender a su interlocutor.
Todas las técnicas del OI tienden a reducir la cantidad de información que se ofrece. Se trata de sustituír una comunicación en superficie por una puntiforme (3 a 5 mensajes).
El títere elimina la mayor parte de estos mensajes naturales por ser figuras estáticas, sin riqueza expresiva del rostro.
La utilización del títere elimina la participación corporal. Frente a un niño con componentes de autismo (aleteo, balanceo, no vinculación con la mirada), se trata de restablecer la comunicación a través del OI.
Durante este proceso se van produciendo una serie de manifestaciones en el niño que nos indican sus cambios interiores: focalización de la atención (señala que se ha establecido un contacto con el yo), creación de fonemas, exteriorización de emociones (llanto, risa, enojo etc.).
En el caso de niños con Trisomía 21, la adquisición de un lenguaje que les permita comprender al otro y a su vez, ser comprendidos, se realiza generalmente en forma más lenta y tardía que en otros niños.
Si se trabaja con el títere, apuntando a lograr un fuerte vínculo entre éste y el niño, se abre una puerta hacia la comunicación oral.
Generalmente, el niño trisómico presenta una hipotonía acentuada, que debe ser tratada para fortalecer los músculos que le permitan hablar. Pero en la mayoría de los casos, no es éste el único obstáculo a sortear.
En el trabajo con estos niños, se apunta a lograr la comunicación, derribando barreras de índole emocional y de aprendizaje, usando el títere como OI.
Se evalúan los emergentes surgidos en cada representación y se avanza paso a paso tratando que el niño internalice herramientas que le sirvan de sostén emocional ly determinen su íntima necesidad de expresarse oralmente.
Así, nos encontramos con el primer obstáculo: el juego estereotipado. Una vez sorteado, tenemos la seguridad de haber avanzado hacia la creación de nuevos pensamientos que no sean predeterminados por la maduración del sistema nervioso, sino que estén construídos dentro del individuo mismo.
Se ha llevado a cabo un trabajo de campo durante un año. en el mismo se evaluaron 16 niños con diferentes patologías y grado de compromiso.
Se contó con un aula con poco mobiliario, un teatro de títeres, títeres de guante y objetos semi-simbólicos.
El grupo de trabajo estuvo integrado por dos Titiriteras y Educadoras por el Arte y se contó con una Psicopedagoga para consultas puntuales.
La frecuecia de asistencia fue de 40 minutos por niño dos veces por semana.
Por lo expuesto y logrado en ese trabajo se infiere que es posible a través de la utilización del títere como arte-terapia, restablecer vínculos e internalizar herramientas facilitadoras del lenguaje oral.


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