EL LOBO FEPE-ROPOZ
De todos ellos el lobo es mi preferido.
Será que no es tan feroz a pesar de su enorme bocota, y conmigo se comporta como todo un caballero.
Nunca ha mordisqueado nada, a no ser el palo de la escoba de la bruja Anastasia, que un día apareció misteriosamente en mal estado.
Pero no puedo culparlo, ha recibido muchos escobazos de parte de ella y hay que atenerse a las consecuencias: uno cosecha lo que siembra.
Recuerdo que el día que lo hice llovía a cántaros y entre mate y mate, con un pedazo de pantalón de mi hijo más chico, la tijera fue obrando su milagro. Con la ayuda de una aguja y de hilo fui cosiendo por aquí y por allá, hasta que apareció algo parecido a lo que buscaba... ¡Claro! Le faltaban las orejotas, los ojos, los colmillos, porque un lobo sin dientes no es nada...
A rebuscar se ha dicho... un botón de cuero de hocico, bigotes de lana, dientes de cartón.
¿Tendrá cara de malo?... No, el lobo no es malo, un poco feroz pero no mucho.
Pronto, está listo, a esperar que seque el pegamento de los ojos... “ Mamá, ¿no te quedó medio bizco?” Con un rápido movimiento de dedo acomodo el desperfecto
Ahora sí... ¿Está lindo, verdad?
¡¡LINDAZO!!
Ya secó, cuanta expectativa, meto la mano despacito y un lobo gris mueve su bocaza y dice: “Hola, soy el lobo feroz, a su entera disposición.”
Le acaricio con ternura las orejas y me dice estrenando su voz grave: “Perdón, es que no conozco a nadie, soy nuevo aquí”.
Le presento a los demás títeres que lo miran asombrados, menos Caperucita roja que no quiso salir por nada del mundo, no sé si me entienden.
Mueve las orejas y bosteza, luego estornuda, en un santiamén le fabrico una bufanda con una tela escocesa y se la coloco alrededor del cuello: “Salud, no se vaya a resfriar señor lobo”
Me mira agradecido y tartamudea emocionado: “Gra-gra-gracias...Nunca tuve una bufanda, ¿sería posible también un gorro, un chaleco, y una bolsa de agua caliente”
NO HAY CASO, ya agarró confianza...
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